Luego de los diferentes y profundos discursos pronunciados, todo lo que sea capaz de expresar, temo que tenga sabor a poco. De modo, que aprovecharé, a riesgo de decir poco también, mi condición actual de docente de este Liceo de Colonia Valdense, Daniel Armand Ugon, y por tanto recurriré a la inevitable red de conexiones que existe entre esta Institución y Omar Moreira.
A Omar se le conoce en la región básicamente por su gestión como director de esta institución. Y con sus recientes palabras esto ha quedado más que claro si acaso alguien lo desconocía. Se trata de un dato que en mayor o menor medida los habitantes del departamento tienen presente. Omar Moreira como director del Liceo de Colonia Valdense llevó a cabo una labor significativa que grabó indeleble a todos los actores educativos de dicho período, hecho que se constata en la imagen que popularmente se tiene de él.
Pero creo que somos injustos, en definitiva, cuando pensamos en Omar como director o gestor educativo y soslayamos, e ignoramos, a veces, por complteto, el Omar escritor. Muchos tenemos el derecho de tenerlo presente a través de su rol educativo. Pero hoy y aquí, tenemos, más que nunca, la obligación de pensar un Omar Moreira escritor. Es una “mochilla” difícil de llevar, para todo escritor, cuando se le identifica ciegamente con algo, que nubla y opaca aquello por lo que especialmente espera gratificación, que en este caso, es su obra literaria.
Omar ha hecho un racconto de su bibliografía, desde sus trabajos educativos, pasando por los históricos, hasta los de su “entrañavivista” narrativa. Ese proceso de escritura, en especial el de su narrativa, se resuelve y corona con La espera del Coronel, su última novela aparecida el pasado año.
La espera del Coronel, y el gran conflicto que atraviesa ese especial personaje del Coronel Mena, colocan a la narración en la dicotómica matriz de nuestra civilización y barbarie. La historia uruguaya parece resignada a esquemas duales de este tipo, que continúa en una larga lista de bipolaridades como el campo y la ciudad, Marcha y Asir, etc. si consideramos solo las que viene a cuento aquí. Le cabe al Coronel Mena, protagonista de la novela, el dudoso camino que evita dicha dualidad. Esas voces alternativas y complejas, son las que el Uruguay ha silenciado sistemáticamente.
¿Qué recepción tendrá en un futuro esta obra? De hecho: ¿Cuál es la recepción que tiene en nuestro presente? No lo sé con exactitud. Espero que esta novela, la encrucijada histórica que propone la figura del protagonista, el Coronel Mena, no resulte una muestra más del catálogo de los silencios uruguayos.
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